Eugenia Silva – Directora – NJ 149
Nació en Cuenca, cuéntenos Doctor por favor de su historia familiar: sus padres, sus antepasados.
Nací en la ciudad de Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca, en la casa de mis abuelos paternos: Doctor Guillermo Ochoa Alvear y Señora María Teresa Ullauri Monrroy, situada en el centro histórico de la ciudad, el 26 de octubre de 1950; esto es en la mitad del siglo XX, en el seno de una familia muy respetable en la que, los valores morales y éticos, como la honradez a ultranza, fueron inculcados permanentemente con el ejemplo en el actuar diario. Mis padres fueron el Dr. Carlos Ochoa Ullauri y la Sra. Emma Andrade y Cordero, familias distinguidas en el saber y la cultura. En este ambiente familiar ejemplar se inició mi niñez y juventud. Mi niñez y la de mis hermanos se desarrolló en esta casa solariega con una inmensa biblioteca, quizá una de las mejores de la ciudad, de mi abuelo Guillermo Ochoa Alvear; abogado prominente y Ministro Juez de la H. Corte Superior de Justicia del Azuay, así como de mi señor padre que a la sazón se desempeñaba como Juez Primero del Crimen del Azuay y Morona Santiago. Consecuentemente, la lectura familiar era un asunto permanente al no existir ni la radio ni la televisión, posteriormente arribaron esos medios de comunicación.
¿Cuáles son los recuerdos más sentidos en su niñez y adolescencia? Sobre todo en el tema de sus estudios iniciales en la Escuela Hermano Miguel y luego en el Colegio Nacional Benigno Malo.
Los largos periodos de vacaciones, pasados en la Hacienda “El Cristal” ubicada en el Cantón Girón, de mis abuelos paternos; como en nuestra Quinta de Chuquipata de mis abuelos maternos Leoncio Andrade Chiroboga y Clotilde Cordero Bravo, rayan el alba de nuestra ilusión desde muy temprana edad. La vida en el campo fue maravillosa y mis abuelos y padres, unas personas sublimes, nos explicaban la vida en sus diferentes manifestaciones. Mis estudios en la Escuela de los Hermanos Cristianos fueron muy rígidos. Las exigencias nos conducían por la ruta del conocimiento. La enseñanza fue de primera y la disciplina muy rigurosa, lo que me valió para cuando ingresé al Centenario Colegio Nacional Benigno Malo en el que predominaba la sabiduría y la libertad. El Colegio contaba con una plana de profesores de primerísima categoría como Efraín Jara Idrovo, en castellano; Carlos Aguilar Maldonado, en literatura y, muchos más. Gente sabia, con verdadera formación moral, cultura e intelectual.
¿Cómo decide estudiar Derecho en la Universidad de Cuenca, siempre tuvo en mente ser abogado?
Siempre tuve la inquietud por el estudio de las Ciencias Sociales y, poco a poco me fui inclinando por la rama del Derecho dado que, era un tema persistente en el diálogo familiar cotidiano al ser mi padre Abogado y Juez. Es más, tengo el recuerdo de haberle visto estudiando todas las noches, diariamente los juicios para aplicar la Ley y el Derecho. Fue mi padre un hombre recto, estudioso y justo. Todas estas vivencias me guiaron por la senda de mi estudio, habiendo ingresado a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca el 01 de abril de 1971, una vez reabierta por la clausura de las Universidades que dictó el Dr. José María Velasco Ibarra. La experiencia universitaria fue única e imborrable, tanto más que el mundo entero se confrontaba con diversas realidades de las que vivíamos empapados. Somos una generación única, como se dice, marcados por los acontecimientos de la época mundial. La apertura del pensamiento respondía a la verdadera esencia de lo que es la Universidad.