Luis Narváez Ricaurte
Para abordar este tema partiré de una premisa inicial -misma que nace de un ejercicio simple de racionalidad y visión pragmática-: la palabra en boca del hombre común encierra peligros.
Alrededor de esta afirmación, que muchos podrán cuestionar por no ser políticamente correcta -pero no por ello distanciada de la razón y la practicidad-, hay que plantearse una pregunta capital: cuándo sucede este ejercicio de traslación de derechos sobre un tema específico de responsabilidad política a la opinión pública, a sabiendas que es susceptible de ser influenciada y que, su comportamiento, se regirá según los parámetros determinados por la psicología de masas1.
Esta respuesta cae por su propio peso — ¡es cuando la élite política deja de hacer y tener sentido!; y, en ese escenario, la incertidumbre encuentra asideros en frases como “Hacia allá va el pueblo. Debo seguirlo, porque yo soy su líder” (Platt, 1993, p. 194)2.
Este ejercicio de democracia participativa, lo vamos a ver en ocasiones históricas en las cuales una nueva realidad busca su nacimiento en procesos revolucionarios –cuando enfrentamos cambios de modelo- o de rebelión –cuando estamos frente a una permuta en la conformación de las estructuras de poder-. V.g. los procesos revolucionarios europeos (desde 1848), cuando la clase política en vez de tener iniciativas y tomar decisiones, provocó e impulsó una explosión de la participación popular, como los canalizados por el político francés Lendru-Rollin, acudiendo a los plebiscitos3 o referéndum4; mecanismos de participación popular que en la siguiente década se volvió una herramienta normal de consulta en todo el territorio europeo (Blanning, 2002)5.
En definitiva estas consultas populares fueron articuladas en momentos en los cuales las élites no estaban seguras del apoyo con que contaban, como se dio en los hechos históricos de la revuelta francesa (1848), la Primera Guerra Mundial (1914), la revolución rusa (1917), la Segunda Guerra Mundial (1939), el restablecimiento democrático en Grecia (1974), la restauración democrática en España (1976), la Caída del Comunismo (1989), el Brexit (2016), la ratificación de los Acuerdos de Paz con las FARC en Colombia (2016), entre otros hechos.