Christian A. Jácome Morales – NJ Enero
El presente artículo encuentra su justificación en la necesidad perenne de sanear y mejorar la regulación del sector deportivo nacional. Es bien conocido por todos, que el deporte hace mucho tiempo dejó de ser una mera actividad amateur y se transformó, nos guste o no, en una pronunciada actividad empresarial que necesita de alguna manera una regulación clara que direccione sus actividades.
Por ser de dominio público, me referiré al fútbol como rama del deporte. Sin implicar que sólo esta disciplina sea la que aqueja problemas. Y es que en el Ecuador, desde hace varios años se ha evidenciado esta falta de control e inseguridad jurídica. Casos como el del Deportivo Quito y la Liga de Loja han verificado la existencia de una crisis muy grave rodeando a este deporte, llevando a determinadas instituciones, incluso al borde de la quiebra.
En este sentido, se pueden mencionar diversas causas de origen de este declive, por ejemplo la falta de profesionalización de los dirigentes que manejan los clubes de fútbol, el relativamente bajo financiamiento al que estos tienen acceso debido a su actual estructura, la falta de una delimitación clara de responsabilidad para las personas que ejercen cargos directivos, entre otras.
Por tal motivo, diversos ordenamientos a nivel mundial han considerado que una regulación clara en este sentido contribuiría para que los clubes de fútbol profesional dejen atrás la mayoría de complicaciones en las que se han visto inmersos, logrando de esta manera obtener mayores réditos respecto de su actividad tanto en el ámbito administrativo como deportivo.
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